sábado, 26 de mayo de 2018

MI FRAZADA DE POLAR

Hoy tengo ganas de contarles, así como me salga, de mi frazada de polar.
El primer abril que pasé sola me agarró desprevenida. Vivía en una torrecita de veranos súper cálidos e inviernos súper fríos. Y Frankestein. Frankie con su mirada penetrante, entre pidiendo y ordenando no enchufar estufas. Sea lo que fuere que estuviese haciendo, se le obedecía. Era lo mejor para una princesa vivir en esa torrecita y no queríamos arriesgarnos a verlo enojado.
Me abrigue con el saco de persona adulta que usaba por esos días y me fui al Easy de Constitución. Me alcanzaba para una frazada de $40 y ahí la vi: era hermosa, de todos colores, un arcoiris, un oasis en las alcantarillas de la ciudad.
Qué tiene de especial mi frazada de polar? Es la única cosa, la única en toda la casa, que en todas las casas, en todos los barrios, en todos los viajes, en todos los abriles y en todos los abrazos me ha acompañado.
El otro día se me quemó la frazada de polar con la plancha. La pucha che, estoy a un pelito que no quede más nada.
26/05/2018


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